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En esta "era digital", la exposición a contenidos sexualmente explícitos es cada vez más frecuente especialmente para lxs adolescentes, quienes aún están construyendo su identidad y buscando referentes dentro de sus relaciones.

Hoy en día es muy fácil ver pornografía o porno de manera inmediata, gratis y anónima. También, es posible ver y compartir cualquier tipo de videos e imágenes sexuales, propias o ajenas, a través de aplicaciones, redes sociales o mediante el uso de chats, a toda hora desde los teléfonos celulares.

Pero eso no es todo, esta “pornografía virtual” no tiene comparación con otra cosa que haya existido antes. La tecnología la volvió más accesible y extrema, y lo que la diferencia de la pornografía de hace unas décadas atrás, es que cualquiera, incluyendo las personas jóvenes, puede crear su propio contenido explícito, compartirlo y cobrar dinero para que otras personas lo vean.

Este es el caso de varias reconocidas plataformas donde es posible crear y compartir contenidos de cualquier tipo a cambio de una cuota de suscripción, propinas y pagos extra para contenido exclusivo. Lxs creadorxs suben los contenidos y los ofertan de manera exclusiva a su comunidad de fans a cambio de una cuota mensual o suscripción que establecen ellxs mismxs.

Registrarse en estas plataformas es tan sencillo como crear una cuenta y verificar el perfil subiendo una selfie para que la plataforma verifique la identidad de la persona usuaria. Y aunque debes ser mayor de 18 años, se ha encontrado que un porcentaje grande de creadorxs son menores de edad (artículo disponible solo en inglés). También es común que usen otras plataformas digitales para promover sus perfiles y crear una base de seguidores, lo que facilita que cualquiera pueda ofrecer sus contenidos para el consumo digital sin limitaciones.

En muchos casos, lxs jóvenes no son conscientes de que una vez que suben contenido sexual al Internet es casi imposible recuperarlo, por lo que esa imagen o video navegará por siempre por el ciberespacio. 

La realidad es que la pornografía está aquí para quedarse. No hay vuelta atrás. Las estadísticas no mienten, según estudios, los sitios con contenido porno con sus imágenes y videos de alta definición, reciben más tráfico por mes que la suma de todos los visitantes de Twitter, Instagram, TikTok, Netflix, Pinterest y Zoom. 

Common Sense Media, una organización sin fines de lucro, realizó una encuesta en la que determinó que el 54 por ciento de las personas adolescentes vio pornografía en línea por primera vez antes de los 13 años, mientras que los 12 años es la edad promedio de consumir estos contenidos por primera vez.

Por lo tanto, se hace difícil hablar de sexualidad adolescente sin tener en cuenta lo que sucede en el entorno digital. Hoy en día, por más que no se quiera reconocer, el descubrimiento sexual se mueve entre el escenario físico y el virtual. Según esa misma encuesta, casi 8 de cada 10 encuestadxs dijeron que miran pornografía para "aprender a tener sexo".

Lo cierto es que la pornografía se ha convertido en una pieza más de la sexualidad adolescente, y sin un contexto apropiado, límites y acceso a una educación sexual integral, puede afectar las formas en que las personas aprenden a relacionarse con los demás y derivar en conductas de riesgo, como, por ejemplo:

  • Tener una percepción distorsionada del sexo:

La pornografía presenta a menudo representaciones poco realistas y exageradas del sexo, lo que hace que  el conocimiento sexual se esté construyendo sobre unos cimientos irreales, violentos y desiguales, propios de la ficción. 

  • Sentir una necesidad continua de acceder a este tipo de contenido:

La naturaleza adictiva de la pornografía puede atrapar fácilmente a adolescentes en un ciclo de consumo creciente. Con el tiempo, pueden buscar contenidos más extremos y gráficos para alcanzar el mismo nivel de excitación, lo que puede conducir a un comportamiento compulsivo.

  •  Sufrir ciberacoso y explotación:

Tanto el consumo como la creación de contenidos explícitos puede poner a los adolescentes en una situación vulnerable y de riesgo. Pueden ser contactados por personas con malas intenciones.

Es imposible frenar la pornografía. Por eso, si tienes hijxs, las herramientas más eficaces a la hora de prevenir el uso problemático de la pornografía son tres: poner más atención y controles sobre lo que puedan ver en línea, hablar con ellxs para asegurarte de que estés fomentando una educación sexual integral, honesta y abierta, y dejarles saber que siempre estarás disponible para contestar sus preguntas, escuchar sus preocupaciones y aclarar dudas. 

Si eres adolescente y tienes preguntas o preocupaciones sobre la pornografía, no estás solx. Si tú o alguien que conoces necesita ayuda o apoyo es una buena idea hablar con un alguien en quien confíes. También, siempre puedes contactar al centro de salud de Planned Parenthood más cercano a ti para buscar recursos y orientación.

Etiquetas: Sexo-Sin-Verguenza, Salud-sexual, Hablemos-de-pornografia, Para-adolescentes, Para-padres